30 de abril de 2017

Adi Shankaracharya Jayanti

    Los hindúes celebran hoy el nacimiento de Adi Shankaracharya, uno de los sabios más importantes de esta tradición espiritual. Su imagen, un dibujo que lo representa como un monje sentado en actitud de prédica, es bastante popular en la India. Y es que la tradición monástica hindú le debe a este personaje su organización y su vitalidad. Por eso se le suele llamar el revivificador del dharma.


    Además, sus innumerables escritos se han vuelto imprescindibles para comprender las doctrinas metafísicas de la India. Por eso, el célebre erudito Ananda Coomaraswamy le llamó el Santo Tomás de Aquino de la India. Es pues, el mayor escolástico que ha dado la tierra de los bharatiyas a la humanidad. 



    Shankara nació en el sur de la India, siendo hijo de una pareja de brahmines piadosos. Cuenta la tradición que antes del nacimiento de Shankara, su madre tuvo una visión en la que el mismísimo Shiva le pidió escoger entre tener un hijo que tuviera larga vida pero de inteligencia mediocre y otro que brillase como nadie por su inteligencia, pero con una vida corta. La madre escogió lo segundo, y de ahí la precoz muerte del gran sabio hindú.

    Adi Shankaracharya fue el intelectual por excelencia, si tomamos esta palabra en su sentido original. Por ello, nuestro personaje también fue asceta y devoto. Comprendió y expuso la doctrina asumiéndola como el resultado de una vida ritual y de una moral radical. Conoció al supremo Brahmán, absoluto, infinito y más allá de toda forma, pero a la vez adoró a la Diosa, la shakti, el poder divino. Y adoró también a Vishnú, a Rama y a Shiva. Es por ello que, a parte de sus comentarios a los libros sagrados como la Bhagavad Gita y los Upanishads, encontramos cantos e himnos a dioses como Vishnú, Shiva o a la diosa Durga.

    Ahora quiero mencionar el aporte más monumental de Adi Shankaracharya. Me refiero a la organización del monasticismo hindú, el cual es en la India como una garantía de la permanencia de la tradición. 

    El sabio hindú no tiene equivalencia alguna con ningún grado académico occidental. Ninguna etiqueta o título universitario, por más prestigio que tenga en nuestros lares se le compara. El sabio es un jivamukti, es decir, un liberado en vida. Incluso, para muchos en la India es un avatar de Shiva, un descenso de lo divino al plano humano con una misión particular. 

    Y la misión de Adi Shankaracharya parece que fue el establecimiento de cuatro grandes monasterios en el territorio de Bharat, con los cuales se estableció un linaje espiritual que permanece incólume hasta la actualidad. Esta cadena discipular garantiza la vitalidad y vigencia de la tradición hindú.

    Los monasterios, llamados maths, fueron establecidos en los cuatro puntos cardinales de la India. Así en el norte fundó el monasterio de Jotirmath, en la ciudad de Joshimat, en las faldas de los Himalayas. En el oeste lo estableció en la ciudad de Dwarka, famosa por haber cobijado varios años a nada más que a Krishna, el avatar de Vishnú. En el sur, estableció el monasterio de Sringeri, en el estado de Karnataka. Y en el este, el monasterio de Puri, en Buvaneswar.

    Gracias a la conspiración de los dioses, tuve la oportunidad de conocer dos de los cuatro maths. En Jotirmath, se encuentra el templo y la piedra sobre la cual Adi Shankaracharya solía enseñar. Los monjes siguen cumpliendo las disciplinas. Desde muy temprano recitan los textos védicos, en sánscrito, la lengua más antigua de la humanidad. Lo mismo vi en Dwarka, un lugar de peregrinaje y centro espiritual de primer orden.

    Conocí al Shankaracharya actual de estos dos Maths, Swami Swaroopananda Saraswati. Y después de varios darsham con él, supe que estaba ante un hombre venerable. Un sabio, cuya labor incansable, a pesar de su avanzada edad es la de custodiar y mantener el Dharma hindú. Guru Brahma, Guru Vishnú, Gurrudevo Maheswará.