17 de enero de 2018

Sri Saraswati



En el quinto día de esta Luna nueva (mes de Magha en el calendario hindú) los hindúes celebramos el día de Saraswati. Por ese motivo dejamos estas breves consideraciones sobre la divinidad femenina.


Visitando una vez un templo hindú, pregunté por qué se decía Radha-Krishna y no al revés. Una devota me respondió: “porque se llega a Krishna a través de Radha”.

Aunque nuestra lógica nos puede llevar a pensar que la relación normal es la de el Dios y la Diosa, en la India el orden es inverso. Y esto muestra un aspecto peculiar y a la vez fundamental de la tradición hindú.

La India mantiene el culto a lo femenino. La Diosa, como Madre, como Tierra, como naturaleza, emerge como una deidad protectora e intermediaria entre el hombre y lo absoluto. Por ejemplo, la Madre Ganga limpia nuestros pecados. Párvati, la Diosa de las Montañas, protege nuestro camino hacia las cimas espirituales. Durga extermina a los enemigos. Laxmi auspicia la prosperidad. Y Saraswati Devi hace posible el conocimiento y la música.

Saraswati es una deidad para los hindúes, y como tal se le representa con varios brazos, símbolo de su poder (el cual se manifiesta en todas las direcciones) y trascendencia. 

La cítara que alude al sonido, nos recuerda que el conocimiento fue primero escuchado o recibido a través de los sagrados mantras que conformaron la literatura védica. Esto a la vez nos muestra la importancia de la trasmisión oral del conocimiento.

Es importante recordar que occidente no careció de esta tradición antigua. En la historia de la filosofía encontramos momentos cumbres donde lo femenino brilla, no como discurso filosófico, sino como fuente del mismo: Sócrates jura solemnemente en el Banquete que la doctrina sobre el amor que enunciará le fue transmitida por Diotima, posiblemente una sacerdotisa.

En otro momento de la historia hubo una irrupción de lo femenino como manifestación de la sabiduría y de la intermediación entre el plano humano y el divino. Además de estar plasmado en una obra crucial (La consolación de la filosofía) que nos sirve para entender el pensamiento de la cultura occidental.

Nos referimos a Boecio, quien vivió en el siglo V después de Cristo. Él había dedicado toda su vida a la filosofía. Sin embargo, por lo peculiar de su destino, terminó de pronto encarcelado y proscrito por el rey al que había servido. El Sabio, sintió la inusitada carga de verse traicionado y marginado. Cayó en la debilidad e inerme renegó de su suerte. 

En este instante crucial, personal pero histórico para toda la civilización, se dio el fenómeno acariciado por muchos místicos: la Filosofía aparece encarnada en forma de una mujer. En el fondo oscuro de su celda, una luz brillante ciega al filósofo y tras unos minutos una imagen empieza a emerger, despacio, hasta mostrarse con toda nitidez. Es la Filosofía, encarnada en una mujer de belleza sin igual. Su presencia, aunque etérea es contundente para el filósofo y la enseñanza primera de ésta es que la vida debe superar el plano de la acción o la práctica para alcanzar la vida contemplativa. 

Hay muchas pruebas más sobre la importancia de la intercesión femenina en la búsqueda y consecución de la sabiduría. En la literatura caballeresca la presencia de la Dama no parece indicar otra cosa, como en el Amadís de Gaula o la saga del Grial. No podemos dejar de mencionar también el culto mariano dentro del cristianismo que aunque de forma muchas veces velada manifiesta también esta enseñanza. 

En la India, mayormente en los altares la deidad masculina tiene a su costado su consorte o contraparte femenina. Y es que una espiritualidad ligada a la naturaleza, a su magia y poder, no puede desconocer la primerísima importancia que reviste lo femenino. Pero a la vez, también existe el culto a la devi como representación de lo absoluto mismo. 

La Madre Divina así es no sólo objeto de adoración. Es el centro de una doctrina y un conjunto de prácticas consecuentes para realizar lo divino. Om Devi Saraswati Sharanam.






2 de enero de 2018

El científico y el santo

El científico y el santo - Avinash Chandr

Nos parece pertinente empezar este nuevo año comentando en nuestro blog la aparición de un nuevo libro que sin duda dará luces sobre varios aspectos de la Tradición Hindú. 


Nos referimos a El científico y el santo* del escritor hindú Avinash Chandra,  quien ha escrito este libro tras varios años de investigación.



El libro es voluminoso pues abarca múltiples temas. Sin embargo, aunque ambicioso no es pretencioso, pues como avisa el autor en las primeras páginas, el texto no pretende ser original sino presentar de manera coherente y sencilla las enseñanzas del Dharma Hindú y también algunas correspondencias con otras tradiciones espirituales.

Las primeras partes se dedican a presentar la naturaleza de la ciencia moderna -la cual sólo tiene pocos siglos de existencia- y a la vez sus límites y excesos. Sirviéndose de numerosas citas el autor pone en evidencia el cientificismo, es decir la creencia de que la ciencia moderna, con los métodos que le son propios, es el único saber que puede explicar la realidad. Esta ideología, heredera del positivismo del siglo XIX pretende reducir la realidad al plano de lo puramente material, desconociendo la multiplicidad de lo real. 

Aparte de esto, el autor escrudiña la naturaleza del conocimiento, poniendo énfasis en los aportes de la psicología hindú. La cual reconoce a la conciencia como una instancia cognoscitiva superior, la que permite precisamente la realización de los estados del ser trascedentes. La psicología moderna, en cambio, renunció al concepto de conciencia. Despojado así el hombre, quedó reducido a un ser puramente biológico pues incluso la mente y su complejidad quedan “explicadas” por la bioquímica del cerebro.

Todo esto nos remite al final a la idea del hombre y sus posibilidades. Las concepciones modernas, tanto científicas como filosóficas conllevan al escepticismo y al relativismo. Lo cual ayuda a entender el grado de desorientación y frustración del hombre actual. 

El hombre normal – nos dice el autor – el hombre de la calle, es hoy en día el prototipo de hombre. Se supone que ya somos completos en nuestra imperfección; no tenemos que esforzarnos en llegar a ningún sitio salvo en lo que atañe a cuestiones prácticas. Pero para la sabiduría antigua el hombre normal no es sino un hombre incompleto y menesteroso, un proyecto, un punto de arranque para llegar al hombre verdadero.**

Sin duda es un acierto, a parte de un tremendo desafío proponer la “santidad” o la búsqueda de ella frente a la ciencia moderna que parece ahogar al hombre actual en velocidad y vacío. El santo no es un ser utópico ni una construcción nostálgica. El santo es una realidad visible que nos confronta y nos pone de cara a lo invisible.



*El científico y el santo. Avinash Chandra. 777 páginas, Olañeta Editor, España, 2016.
**Página 49.