(Segunda parte)
En nuestro texto anterior afirmamos que el templo hindú estaba estrechamente ligado a la naturaleza. Y esto quizá exige una primera observación: pese a existir millones de templos en la India, éstos no son imprescindibles para que el hindú pueda consumar sus actos de adoración. Por eso es común ver en las ciudades más tradicionales de la India (Benarés, Haridwar, Rishikesh, Yosimat) cómo hindúes se detienen ante ciertos árboles o ciertos ríos para realizar allí una ofrenda, oración o simplemente sentarse en actitud contemplativa. Aparte de esto, la naturaleza está presente en el templo no sólo de manera fáctica, en el agua, las ofrendas (que mayormente son flores o frutos) y el fuego, sino también por el simbolismo que mayormente está presente en la deidad que habite el lugar. No está demás insistir que no hay aquí pizca alguna de panteísmo. Pues reconocer la presencia divina en el devenir no se hace desconociendo la trascendencia de la divinidad.
Un hecho que debo resaltar es que en los templos hindúes no se suelen realizar ciertas ceremonias o reuniones comunitarias que tengan como fin el participar de alguna prédica. Muchas ceremonias o sacrificios tradicionales se realizan en las casas de las familias (como el matrimonio). O simplemente al aire libre y cerca a la naturaleza, si se puede. Hay templos incluso tan pequeños en que ni siquiera cabría esto como posibilidad.
Un templo de regular tamaño puede tener varias estancias, también varios altares, pero mayormente tendrá una deidad principal o central. El movimiento dentro del templo es incesante. Los devotos y peregrinos ingresan siempre en actitud reverente encaminándose hacia la divinidad principal. Pues a ella es a quien lleva su ofrenda y respeto. Ésto en la búsqueda de tener el darsham de la deidad. La palabra darsham que se traduce como presencia, indica que el hindú va al templo a participar de la presencia de Dios, así como también puede hacerlo con un gurú en un ashram, pues también se tiene el darsham de un gurú.
Creo que en el darsham uno es visto o mirado por la divinidad. Quiero decir que comúnmente nos puede parecer que uno mira o contempla a la deidad pero en realidad ella nos mira a nosotros. Entonces, el asunto es tener la actitud adecuada para dejarse mirar por ella.
Hay templos en India muy populares y famosos. En los que miles de devotos buscan el darsham con la deidad. En Calcuta pude asistir al famoso templo de la Diosa Kali, de la cual el gran santo hindú Rama Krishna, fue su adorador y sacerdote. Ya estando a pocos metros frente a la deidad decenas de devotos estaban apretujados delante de mí, lo cual me impedían ver los ojos de la Diosa. Debido al ajetreo pensé que no iba a ser posible, en esta visita, tener la bendición, pero de pronto, en un instante, se abrió un espacio y tuve los ojos de la Diosa Kali sobre mí por unos segundos. Pronuncié un mantra y me retiré satisfecho.
Los que custodian los templos en la India y realizan los rituales son los sacerdotes o brahamnes. Ellos conforman la primera casta dentro del orden social hindú y que tiene fundamento en los mismos vedas. Muchas veces al llegar al templo se le entrega a él la ofrenda y a la vez éste puede colocarte la tika o marca en el entrecejo que es como la bendición de la deidad. También puede darte algún fruto o agua que ha sido ofrecida. Aparte, también se puede ver siempre en los templos o cerca de éstos a monjes o sadhus que están con sus cuentas en la mano, realizando lo que se llama “japamala” repetición del nombre divino. Una vez, por ejemplo, en el templo de Kedarghat en Benarés me conmovió un grupo de monjes que estaban como en un pequeño círculo recitando los mantras sagrados.
Continuaré con este tema en mi siguiente publicación…
Hola ¿Habrá tercera parte?
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