23 de enero de 2016

La Bhágavad Guita


     La Bhagavad Guita es el libro sagrado por excelencia de la tradición hindú. Es el más leído y recitado en la India. Y aunque para un occidental moderno la expresión “libro sagrado” no suscite precisamente entusiasmo (tres siglos de cientificismo positivista es mucho peso), para un hindú la Guita es una bendición sumaria, pues no sólo es doctrina, también es sadhana: el resumen de los caminos hacia lo Divino y la tecnología para realizarlo.

     Desde que conocí este libro aprendí lo que era un texto sagrado y la actitud o cortesía para con él. Nunca debe ser puesto en el suelo y jamás se le debe manipular sin estar bañado. Además, un mantra previo debe predisponer nuestra ánima para que la deidad auspicie su lectura y comprensión. Y por supuesto, la Guita debe, al menos en lo posible, recitarse. Y en la lengua que le es connatural, el sánscrito. 

     Tiempo después, estudiando a Guénon, comprendí lo que era una lengua sagrada. El sánscrito lo era porque había servido de vehículo a una revelación, a una irrupción de lo Divino en el plano humano. El sánscrito es la lengua de Dios. No importa lo que digan los lingüistas y sus pedantes taxonomías. El sánscrito es una lengua viva y eso lo sabe todo hindú cuando recita algunos versos de la Guita. 


     Escuchar la recitación de la Guita tiene beneficios espirituales y psíquicos tremendos. Recitarlo es mucho mejor, aunque una empresa más difícil para un hindú que no es indio de origen. Cuando escuché recitar por primera vez la Guita, constaté que un libro tenía poder. No el poder de las ideas (que despiertan masas y el espíritu de revuelta), sino el poder de afinar la mente, de purificar y de transformar lentamente al hombre.






     No insinúo que la Guita carezca de doctrina. Ya dije más arriba que la tiene. Digo que es más que una racionalidad o un discurso filosófico. Es un poder en acción. Pero muy sutil. Que afecta lo interno de uno, abriendo o quemando capas, para que poco a poco se descubra lo Real. Y esto sucede con todos los textos védicos. En Paramahamsi, una ciudad cerca a Jabalpur, en la India, observé y escuché a unos sadhus o monjes recitar los vedas: el clima y la fuerza creada (o descubierta) por esa acción era más que evidente. Hay un cambio de nivel, y uno sencillamente se predispone a la pura contemplación. 

     Y yendo ya a la letra, la Guita es una asombrosa historia sucedida nada más y nada menos que en la circunstancia de una guerra. Y es en esta situación, aparentemente poco espiritual, en que Krishna, la manifestación o encarnación de lo Divino le habla al hombre. Pero no a cualquier hombre. Le habla a Arjuna, el discípulo, el buscador espiritual. El guerrero, listo para librar la verdadera batalla, la del espíritu.

     Entonces Krishna enseña la doctrina y el método. La naturaleza del alma y del yoga. La constitución del hombre y la sociedad según un orden primigenio y por lo tanto divino. Caracteriza los tipos humanos y prescribe sobre los modos de acercarse a lo Divino. Ontologiza la realidad, hasta llegar al Ser o Absoluto y Supremo, encarnado o simbolizado por Krishna, el dios azul que toca la flauta. 




Publicamos la versión castellana en pdf de la Bhagavad Guita realizada por Swami Vijoyananda de la Orden Ramakrishna. Este swami hindú vivió en Argentina muchos años, dirigiendo el famoso Ashrám de la Misión Ramakrishna de ese país. Fue publicado en edición impresa por la editorial Kier:


21 de enero de 2016

La astrología según Yogananda

Sri Yukteswarji y Paramahansa Yogananda


     En su clásico libro Autobiografía de un yogui, el célebre Paramahansa Yogananda dio a conocer la enseñanza de su Gurú acerca de la ciencia de las estrellas.

15 de enero de 2016

Makara Sankranti


   Makara Sankranti es una festividad importante en el calendario religioso hindú. Se celebra cuando el Sol ingresa al signo de Capricornio, llamado Makara en sánscrito. Considerando que ellos usan el zodiaco sideral (que difiere del usado en occidente en veintitrés grados hacia atrás), este año 2016 eso ha sucedido el día de hoy 15 de enero, marcando la primera fiesta auspiciosa del año hindú.

   El año pasado se celebró el 14 de enero y yo me encontraba en la ciudad de Varanasi o Benarés. Esta es la ciudad habitada más antigua de la humanidad y la capital religiosa del Sanatana Dharma o lo que llamamos hinduísmo.

   Una multitud de hombres, mujeres y niños saturaban los ghats, testigos silenciosos de innumerables peregrinaciones a esta ciudad santa, que se yergue aún altiva a orillas de la Madre Ganga, el río sagrado de la India.

   La tradición prescribe que ese día de adore al Sol, símbolo de lo Absoluto y se haga japa, repetición del nombre de Dios. Además, se da limosna a los pobres. En fin, ese día resuma algarabía, pues los niños juegan a la cometa como nunca (y como siempre), y se come kitchari, el plato más sobrio y sabroso que he comido en la India.

   Pero lo festivo y religioso, al menos en la India, tiene siempre una explicación astronómica y astrológica, dos ciencias que en el hinduísmo se confunden felizmente. 

   El dato astrológico nos dice que Capricornio o Makara es el signo que naturalmente ocupa la parte más alta del círculo zodiacal (llamado Medio Cielo), y a la vez, conforma la casa número diez, es decir, la zona o morada que indica la realización, el Padre y el logro social en la vida. Entonces este signo es muy importante para los cultivadores de la yotisha, pues es también cuando el sol se encuentra allí (y Júpiter cuatro signos después, en Tauro), cuando se celebra la Kumbha Mela, la festividad máxima de los hindúes.

   Este signo está regido por Saturno, llamado Sani en la India, planeta gélido y de poco prestigio para los seguidores comunes de la astrología. Pero Sani es el Tiempo, y por ello es lo viejo y lo que se le relaciona, la frialdad y la severidad.

   Así que cuando Surya o el Sol, ingresa radiante y poderoso a Capricornio, se encuentra con el severo y frío Saturno. Se produce un encuentro cordial y la díada por unos días dejará de ser irreconciliable. Saturno se dejará calentar por los rayos del Sol y caminarán de la mano para lograr sus metas. El Sol irradiará y Saturno fijará. Saturno cultivará y el Sol hará florecer. La tierra capricorniana trabajará y el Sol realizará.

   El Sol cruza el Medio Cielo, es decir, entra a Capricornio e irradia, como en ningún otro lugar, su Luz y Poder. Por eso se le reverencia. El frío Saturno se rinde ante el calor y la luz del poderoso Sol.

   El Sol o Surya es el dador del Conocimiento. Su luz es la irradiación del Poder Divino que destruye la oscuridad. Por eso se le adora en la Gáyatri, el mantra védico que los sacerdotes brahmanes recitan diariamente. Surya Namaskar.

10 de enero de 2016

Yotisha


   La yotisha es la ciencia de la luz, así se llama a la astrología en la India. Y el astrólogo se forma no sólo por tradición, es decir, por haber recibido su saber directamente de un maestro, sino que, también tiene una rigurosa formación académica, como la que brinda la Universidad de Benarés. En ella los futuros astrólogos se forman en matemática y astronomía, para después arribar recién a la parte más profunda del saber sideral: saber cómo influencian los astros en la vida de la tierra y en el comportamiento de los hombres.

   Para los hindúes, la astrología es apaurosheya, de origen no humano, un saber que fue recibido, recepcionado desde los orígenes.

   Levantar un mapa natal o astral es detener el tiempo. Es tomar una foto de cómo estaba el cielo cuando nació una persona, una ciudad o un evento cualquiera que revista cierta importancia. La interpretación, basada en códigos muy concretos y en el conocimiento de los símbolos, hace que el astrólogo tenga, al menos en la India, una preeminencia que envidiarían los astrólogos de Europa o América.

   En la India, el astrólogo no sólo describe y explica una realidad vital en base al estudio de las relaciones planetarias. También puede aplicar una tecnología ancestral muy profunda que permita conjurar una configuración planetaria negativa, y así dominarla o superarla.

   Esta tecnología está plasmada en ritos. El hindú es un hombre ritual.Y los ritos son esencialmente adoración. El hindú adora, no como una debilidad o rendido a un sentimentalismo exacerbado. El hindú adora porque reconoce lo sagrado y su poder. Es como si cada día despertara un espacio donde ese poder pudiera actuar. Eso lo predispone al contacto con la naturaleza y al ver en ella la presencia de lo divino. Reconocer entonces que lo terrestre y lo humano guardan relación con lo celeste es inevitable.

   Un planeta es una fuerza, una energía. Pero también es una realidad arquetípica que manifiesta su impronta en los diversos grados de la realidad. Así que mediante los ritos, los sacerdotes astrólogos pueden enlazar algunos eslabones de esa jerarquía ontológica para favorecer situaciones o aplacar una influencia negativa. Y esta acción también busca aplicaciones materiales o mundanas, como es el caso de los talismanes astrológicos.