10 de enero de 2019

De La Unidad Trascendente de las Religiones



Saludamos a todos nuestros lectores y pedimos a Maha Devi su bendición para este nuevo año. 

En esta primera luna nueva del año, creemos pertinente presentar esta reseña sobre un libro extraordinario escrito, el siglo pasado, por Frithjof Schuon, un sabio y erudito escritor sobre las diversas tradiciones espirituales tanto en sus aspectos religiosos como puramente metafísicos. 

Que vivimos en tiempos de oscuridad es una evidencia para los espíritus sensibles y orientados hacia la espiritualidad. Y esta oscuridad, que ha podido ser definida como la "crisis del mundo moderno "(Guenon) o la "decadencia de occidente" (Spengler) también afecta desde hace mucho tiempo a las propias religiones, no sólo porque se vuelven cada vez menos atractivas para el ser humano, sino porque la comprensión de la religión y la dimensión metafísica que poseen se han vuelto incomprensibles. 

El fanatismo y la rigidez siempre será una tentación para algunos estudiosos y líderes religiosos, se enfrenta muchas veces a esto un ecumenismo religioso con el afán de lograr la tolerancia y la convivencia pacífica entre las mismas. Sin embargo, esta última posibilidad no se realiza apelando al esoterismo o a la dimensión metafísica que subyace a todas las religiones. Por ello consideramos que esta obra de Schuon es valiosa porque trata de manera objetiva y en clave metafísica la situación de las tradiciones espirituales de la humanidad tanto de Occidente como de Oriente. Por eso recomendamos desde ya, a nuestros lectores, la lectura de este libro… 



El autor empieza haciendo una distinción fundamental entre metafísica pura y lenguaje teológico y filosófico. Este último, nos advierte Schuon, es el menos autorizado por ser eminentemente especulativo e individual, al menos así se presenta sobre todo en su formulación moderna. 

Y aquí es dónde expresa una idea esencial de su libro: 

“ ‘El Espíritu sopla donde quiere’; y, a causa de su universalidad, rompe la forma, pero está obligado, sin embargo, a revestirse de ella en el plano formal ” 

Las doctrinas esotéricas de todas las formas tradicionales parten de la realidad absoluta, la cual es infinita y perfecta. También, siempre en clave metafísica se le puedo llamar universal e inmanifiesto. El autor nos propone el símbolo de esta realidad como la luz increada (digamos de paso que para toda metafísica el lenguaje simbólico siempre es el más apropiado.) Esta luz increada precede a las luces y sus diversos colores, cuya refulgencia solo es posible por la luz increada que manifiestan, o que las hace posibles: 

“Si se nos permite tomar un ejemplo dentro del orden sensible para ilustrar la diferencia entre el conocimiento metafísico y el teológico, podremos decir que el primero, al que llamaremos ‘esotérico’ cuando se manifieste mediante un simbolismo religioso, tiene conciencia de la esencia incolora de la luz y de su carácter de pura luminosidad; determinada creencia religiosa, en cambio, admitirá que la luz es roja y no verde, mientras que otra concreta creencia afirmará lo contrario; ambas tendrán razón en que distinguen la luz de la oscuridad, pero no en cuanto la identifiquen con un color determinado” 

La idea de que una forma tradicional no agota la luz increada, y que esta última subyace a todas las demás formas, podría explicarse por los niveles de acercamiento que los creyentes o iniciados tienen de sus libros sagrados. La literalidad o el aspecto moral quedan dentro de toda exégesis en un nivel exterior, mientras que la interpretación simbólica o mística, tal como lo concebía Orígenes, se corresponde al nivel esotérico y por lo tanto más restringido. Esto último debido a la distinción natural que existe entre los seres humanos. 

En palabras de Shuon: 

“…cualquier verdad expresada reviste necesariamente una forma, la de su expresión, y es metafísicamente imposible que una forma tenga un valor único con exclusión de otras formas; pues una forma, por definición, no puede ser única y exclusiva, es decir, que una forma no puede ser la única posibilidad de expresión de lo que expresa” 

El afán exclusivista y rígido de las religiones de origen semítico o el llamado tronco abrámico (Cristianismo e Islam) manifiesta quizá el aspecto negativo del exoterismo cuando se asume a esta desgajada de la visión esotérica en la que se encuentra, sin embargo, la metafísica pura y por lo tanto las posibilidades últimas de toda forma tradicional. 

René Guenón y Frithjof Schuon


Un caso interesante y a la vez enojoso sería la actividad misionera realizada por algunos grupos cristianos desde hace ya buen tiempo en las tradiciones del Oriente, como la tradición espiritual china o hindú. Schuon nos dice sobre el caso hindú lo siguiente: 

“Uno se dirige a los brahamanes, por ejemplo, para exigir de ellos el abandono total de una tradición varias veces milenaria que innumerables generaciones han experimentado espiritualmente y que ha producido flores de sabiduría y de santidad hasta nuestros días; y los argumentos que se esgrimen para justificar esta inaudita exigencia no contienen, sin embargo, nada que sea lógicamente concluyente ni proporcionado a la amplitud de la exigencia en cuestión. Las razones que los brahamanes tienen para permanecer fieles a su patrimonio espiritual son, pues, infinitamente más sólidas para ellos que las razones por las que se les quiere llevar a dejar de ser lo que son. “  


Creer que una religión es la única vía o camino espiritual sería como limitar a la realidad divina, lo cual es un contrasentido metafísico pues lo finito no puede agotar o abarcar lo infinito. Por ello, toda tradición espiritual, si posee ortodoxia doctrinal y métodos válidos de realización es, o representa, un camino vivo y seguro hacia Dios. Siguiendo con el caso hindú, Shuon afirma lo siguiente: 

“La desproporción, desde el punto de vista hindú, entre la inmensa realidad de la tradición brahmánica y la insuficiencia de los contrargumentos religiosos es tal, que esto debería ser suficiente para probar que si Dios quisiera someter al mundo entero a una sola religión, los argumentos de ésta no serían tan débiles, ni los de algunos llamados ‘infieles’ tan fuertes. Dicho de otro modo, si Dios no estuviese más que del lado de una única forma tradicional, el poder persuasivo de ésta sería tal que ningún hombre de buena fe podría sustraerse a él”

Los casos de conversión de ciertas personas a una forma tradicional específica no invalida esta perspectiva, siempre cuando parta de una auténtica afinad intelectual con esa forma tradicional que quiera asumir, lo cual estaría, hablando en términos hindués dentro del karma y el dharma de esa persona. Además estos casos, que históricamente no son pocos, se han realizado cuando se ha entrado en contacto con la dimensión esotérica de una forma tradicional determinada. 

Hay otros aspectos tratados en el libro que estamos hasta ahora reseñando, pero consideramos que hasta aquí es suficiente para mostrar que la unidad trascendente de las religiones se basa en un núcleo o en ciertos principios metafísicos que están y estarán siempre dispuestos para el peregrino espiritual. 

On Maha Devi Namaha

9 de octubre de 2018

Sri Ganesha



Desde tiempos inmemoriales, el elefante, ha merecido la atención del hombre. Y es en Oriente, sobre todo, donde su presencia ha suscitado mayor interés no sólo como objeto de estudio, sino como símbolo religioso. Y es en la India, en especial, donde su presencia conmueve y evoca toda una espiritualidad. La devoción multitudinaria al Dios con cabeza de elefante evidencia esto. 

Quienes hayan tenido el privilegio de estar cerca a un elefante han podido percatarse de la majestuosidad de su presencia, y a la vez de su mansedumbre. 

Una vez escuché decir sobre las gigantescas estatuas de Buda de Tailandia, que éstas mostraban “sensualidad y moralidad a la vez,”. De igual modo, podríamos decir que el elefante, tanto como ser vivo y como representación evoca la idea de imponencia y poder, así como también serenidad y paz a la vez. 

Dentro del arte sagrado hindú, podemos encontrar al elefante en los antiguos Templos de Ellora (estado de Maharastra) hasta las esculturas del moderno Templo de Akshardhám a las afueras de Delhi. También es importante señalar que en la Bhagavad Gita, el libro sagrado más conocido del hinduismo, el elefante es mencionado como uno de los animales más excelentes. 


Para el estudioso alemán Heinrich Zimmer, el elefante es mencionado en el RigVeda, el primero de los vedas, la literatura sagrada más antigua de la humanidad. Es mencionado como Airavata, el sostén y vehículo de Indra, uno de los dioses más importantes del panteón védico. Después, ya como Ganesha o Ganapati se representa como el hijo de Shiva y Párvati. Por esta genealogía sólo podemos esperar cosas buenas y auspiciosas del dios cabeza de elefante. 

Ganesha es invocado por sus adoradores para afianzar la memoria y auspiciar el estudio de los libros sagrados. Muchos deben haber escuchado la expresión tiene “memoria de elefante”. Se dice también que el elefante es casto y dócil. Podríamos entonces preguntarnos: ¿no son estas las cualidades que debe tener todo estudiante? En la India el brahmachari, y todo estudiante que se precie de tal, debe ser casto en la etapa primera de sus estudios. Debe ser dócil con su maestro, pues la reverencia al gurú garantiza la recepción de la sabiduría. Y debe cultivar la memoria, sin la cual todo aprendizaje sería imposible. 

En los bestiarios de la Edad Media, los mismos que tienen su antecedente en las obras de Aristóteles, dan cuenta de esas cualidades sublimes de algunos animales, como el elefante. Y podemos decir que el reconocimiento de estas cualidades es posible, según la perspectiva hindú, gracias a la mirada empática que se tiene hacia la realidad. Y esto siempre será una exigencia de la vida hindú. 

Om Ganesha Sharanam



28 de julio de 2018

Gurú Purnima 2018




Guru Brahma, Guru Vishnu, Guru Deva Maheswara 



En esta luna llena del mes de ashad en el calendario hindú, se celebra el Gurú Purnima, fecha en la que millones de hindúes reconocen y reverencian al maestro espiritual, a quien consideran la encarnación de la sabiduría y de la realización espiritual. 

Como hemos dicho anteriormente el papel del Gurú o maestro espiritual, dentro de la tradición hindú, evidencia un aspecto único del Sanatana Dharma, y el hecho que por miles de años su presencia se mantenga muestra la vitalidad de esta tradición. 

Nuevamente queremos presentar algunas enseñanzas que el célebre maestro hindú Ramana Maharshi dejó acerca de la importancia del Gurú. 




El Gurú según Ramana Maharshi* 





Pregunta: ¿Qué es la gracia del Gurú y cómo nos ayuda a alcanzar el Atman? 

Respuesta: El Gurú es el Atman. Hay veces en la vida que un hombre se siente insatisfecho y que, no bastándole todo lo que tiene, busca la satisfacción de sus deseos a través de las plegarias a Dios. Se le va purificando gradualmente la mente hasta que anhela conocer a Dios, más para recibir su gracia que para satisfacer sus propios deseos mundanos. Entonces se le empieza a manifestar la gracia de Dios. Dios adopto la forma de un Gurú y se le aparece al devoto, le instruye en la verdad y, además, al estar en su entorno le purifica la mente, la cual se va haciendo más fuerte y consigue dirigirse hacia dentro. Con la meditación se va purificando aún más y se queda quieta sin el más mínimo movimiento. Dicha expansión de calma es el Atman. 

El Gurú es tanto externo como interno. Desde fuera da un empujón a la mente para orientarla hacia dentro. Desde dentro atrae a la mente hacia el Atman y ayuda a aquietarla. Eso es la gracia del Gurú. No hay diferencia alguna entre Dios, Gurú y Atman. 

P: Existe toda una variedad de maestros espirituales que enseñan distintos caminos. ¿Cuál es el que uno debe escoger como Gurú? 

R: Escoge a aquel con el que notes que sientes shanti (paz). 

P: ¿Cómo puede uno decidir si un Gurú es adecuado para él? ¿Cuál es el swarupa de un Gurú (naturaleza o autentica forma)? 

R: Aquel con quien sintoniza tu mente es el Gurú adecuado. Con respeto a tu pregunta de “¿cómo decidir quién es el Gurú y cuál es el swarupa?” tiene que poseer virtudes como tranquilidad, paciencia, capacidad de perdonar y otras; debe tener la capacidad de atraer a otros incluso con la mirada de la misma manera que un imán atrae al hierro; debe tener por todos un sentido de igualdad. El que tenga estas virtudes es un Gurú auténtico, pero si se quiere conocer el swarupa del Gurú, ante todo se debe conocer el swarupa de uno mismo. ¿Cómo se va a poder conocer la auténtica naturaleza del Gurú si uno no conoce la suya propia? Si quieres percibir la verdadera naturaleza o forma del Gurú, ante todo tienes que aprender a ver que la totalidad del universo es Gurú Rupam (la forma del Gurú). Tienes que ver al Gurú en todos los seres vivos, lo mismo sucede con Dios. Tienes que ver que todos los objetos son el Rupa (forma) de Dios. Si uno no conoce su propio Atman, ¿cómo va a poder percibir la verdadera forma de Dios o la verdadera forma del Gurú? ¿Cómo los va a poder definir? Por lo tanto ante todo conoce tu propia forma y naturaleza verdadera. 

P: Pero, ¿no se necesita un Gurú para conocer hasta eso? 

R: Es cierto, en el mundo hay muchos grandes hombres. A aquel con quien sintonice tu mente, considéralo tu Gurú. Aquel en quien tienes fe es tu Gurú. 

P: Si la gracia tiene tal importancia, ¿qué papel desempeña el esfuerzo individual? 

R: El esfuerzo hace falta hasta el estado de iluminación. En ese punto, el Atman se hace manifiesto de forma espontánea porque, sino, no se siente una felicidad completa. Pero hasta ese estado de espontaneidad, tiene que haber un esfuerzo, de una forma u otra. Hay un estado más allá de nuestro esfuerzo o falta de esfuerzo. Hasta que se llegué allí, hay que esforzarse. Cuando se saborea esa dicha, aunque sólo sea una vez, se intenta recuperarla repetidamente. Cuando se ha experimentado la dicha de la paz nadie quiere perderla ni dedicarse a ninguna otra actividad. 

P: ¿Es necesaria la gracia divina para alcanzar la iluminación o puede el individuo, mediante su propio esfuerzo sincero, alcanzar el estado desde el cual no se regresa al ciclo de la vida y de la muerte? 

R: La gracia divina es esencial para la iluminación, porque conduce al individuo a tomar conciencia de Dios. Pero esa gracia sólo se le otorga a quien es un verdadero devoto o yogui. Se le da tan sólo a los que se han esforzado intensa e incesantemente siguiendo el camino hacia la libertad. 




*Tomado del libro Sé lo que eres, las enseñanzas de Sri Ramana Maharshi. José Olañeta Editor. Barcelona, 2005, pp. 109,118. 

15 de junio de 2018

El Templo Hindú



(Segunda parte) 



En nuestro texto anterior afirmamos que el templo hindú estaba estrechamente ligado a la naturaleza. Y esto quizá exige una primera observación: pese a existir millones de templos en la India, éstos no son imprescindibles para que el hindú pueda consumar sus actos de adoración. Por eso es común ver en las ciudades más tradicionales de la India (Benarés, Haridwar, Rishikesh, Yosimat) cómo hindúes se detienen ante ciertos árboles o ciertos ríos para realizar allí una ofrenda, oración o simplemente sentarse en actitud contemplativa. Aparte de esto, la naturaleza está presente en el templo no sólo de manera fáctica, en el agua, las ofrendas (que mayormente son flores o frutos) y el fuego, sino también por el simbolismo que mayormente está presente en la deidad que habite el lugar. No está demás insistir que no hay aquí pizca alguna de panteísmo. Pues reconocer la presencia divina en el devenir no se hace desconociendo la trascendencia de la divinidad. 

Un hecho que debo resaltar es que en los templos hindúes no se suelen realizar ciertas ceremonias o reuniones comunitarias que tengan como fin el participar de alguna prédica. Muchas ceremonias o sacrificios tradicionales se realizan en las casas de las familias (como el matrimonio). O simplemente al aire libre y cerca a la naturaleza, si se puede. Hay templos incluso tan pequeños en que ni siquiera cabría esto como posibilidad. 

Un templo de regular tamaño puede tener varias estancias, también varios altares, pero mayormente tendrá una deidad principal o central. El movimiento dentro del templo es incesante. Los devotos y peregrinos ingresan siempre en actitud reverente encaminándose hacia la divinidad principal. Pues a ella es a quien lleva su ofrenda y respeto. Ésto en la búsqueda de tener el darsham de la deidad. La palabra darsham que se traduce como presencia, indica que el hindú va al templo a participar de la presencia de Dios, así como también puede hacerlo con un gurú en un ashram, pues también se tiene el darsham de un gurú. 

Creo que en el darsham uno es visto o mirado por la divinidad. Quiero decir que comúnmente nos puede parecer que uno mira o contempla a la deidad pero en realidad ella nos mira a nosotros. Entonces, el asunto es tener la actitud adecuada para dejarse mirar por ella. 

Hay templos en India muy populares y famosos. En los que miles de devotos buscan el darsham con la deidad. En Calcuta pude asistir al famoso templo de la Diosa Kali, de la cual el gran santo hindú Rama Krishna, fue su adorador y sacerdote. Ya estando a pocos metros frente a la deidad decenas de devotos estaban apretujados delante de mí, lo cual me impedían ver los ojos de la Diosa. Debido al ajetreo pensé que no iba a ser posible, en esta visita, tener la bendición, pero de pronto, en un instante, se abrió un espacio y tuve los ojos de la Diosa Kali sobre mí por unos segundos. Pronuncié un mantra y me retiré satisfecho. 

Los que custodian los templos en la India y realizan los rituales son los sacerdotes o brahamnes. Ellos conforman la primera casta dentro del orden social hindú y que tiene fundamento en los mismos vedas. Muchas veces al llegar al templo se le entrega a él la ofrenda y a la vez éste puede colocarte la tika o marca en el entrecejo que es como la bendición de la deidad. También puede darte algún fruto o agua que ha sido ofrecida. Aparte, también se puede ver siempre en los templos o cerca de éstos a monjes o sadhus que están con sus cuentas en la mano, realizando lo que se llama “japamala” repetición del nombre divino. Una vez, por ejemplo, en el templo de Kedarghat en Benarés me conmovió un grupo de monjes que estaban como en un pequeño círculo recitando los mantras sagrados. 



Continuaré con este tema en mi siguiente publicación… 

30 de mayo de 2018

El Templo Hindú


(Primera parte) 


En algunos lugares de la India, al templo se le llama “mandir”. Pienso que debe haber millones de ellos. Puede parecer exagerado, pero estar en la India y querer visitar todos sus templos sería simplemente una empresa imposible. 

He visitado algunos de ellos y la experiencia siempre rebasa lo imaginable. Durante mi primer viaje a la India, los templos fueron el mejor lugar para el contacto con esta nueva realidad cultural y para saborear una espiritualidad distinta, que deslumbra por no estar desconectada de la naturaleza. 

La tradición hindú vive lo divino no sólo en su elevada metafísica, como lo prueban sus escrituras más antiguas (Vedas), sino por vindicar todas las formas vivas. Por usar la tierra, el agua, las flores, el perfume y el movimiento. En un templo hindú la vida palpita con mucha fuerza y nos impregna de tal manera que es difícil, al menos para quien posee cierta sensibilidad, sustraerse a su fuerza. 

A un templo o mandir se entra descalzo. A diferencia de occidente, donde nuestros zapatos nos acompañan casi durante todo el día, en la India se prescinde de ellos en el hogar, en el trabajo, pero sobre todo en el templo. 

Al estar en los templos en contacto con la tierra, nuestros pies nos hacen recordar la expresión bíblica de que “estamos en tierra sagrada”. Si hemos llegado a la hora de la adoración, que es llamada puja, seremos sorprendidos o casi aturdidos por los imponentes sonidos de tambores. Se ofrece sonido a la deidad. Las campanas nunca faltan y el fuego, jamás. En Calcuta participé de una puja. Me dieron un pequeño tambor y toqué hasta que fui conmovido por el momento culmen de la puja: el árati, el ofrecimiento de fuego a la deidad. 

El sacerdote mueve en círculos y de forma horaria un plato con varias llamas de fuego. Lo hace frente a la deidad, que es cuidada día tras día. 

Para la adoración se lleva flores. Es la ofrenda más tradicional. En los alrededores de los templos, a veces en la misma puerta, se venden flores y guirnaldas, para no llegar a saludar a la deidad con las manos vacías y también se las compra para ser entregadas a un Swami o gurú. 

Para la adoración los sacerdotes deben encontrarse en estado de pureza ritual, lo que explica las prescripciones a las que están sometidos los brahmanes y se espera que quienes visiten los templos también lo estén. 

Las observancias estrictas para los rituales pueden hacer creer que los hindúes son moralistas. Pero no es así. Los hindúes dan por sentado que la vida espiritual presupone una vida moral pero no viven una moral compulsiva. Las exigencias de baños diarios y de evitar hacer los actos diarios en estado de impureza muestran más bien un conocimiento digamos esotérico. 

A decir de un Swami de Benarés: “La actitud de pureza, de genuina moral o ética, es esencial; pero para las energías es también necesario la pureza corporal”. 

No existe maniqueísmo alguno. Las categorías bueno-malo no están exageradamente presentes en el templo hindú. Priman más bien las categorías puro-impuro y superior-inferior. 

Ha señalado Alaín Danielou que de todos los baños el que se hace en un río es el mejor. Los que nos hemos bañado en ríos, debemos reconocer que no sólo uno queda limpio sino que además con más fuerza, revitalizado. Y podemos agregar, para concluir, que para todo hindú el baño más purificador es el que se realiza en el Ganga, el río sagrado por excelencia. 



2 de mayo de 2018

Naturaleza Sagrada



En la India todavía persiste una tradición espiritual tremendamente ligada a la naturaleza. Los animales, los árboles, las piedras, tienen una presencia sutil, que hay que descubrir día a día. Como en el mundo andino, todo está vivo, así que la actitud correcta en la vida diaria de un hindú es sacralizar esa realidad viva. 

Los animales en la India parecen tener derecho de ciudadanía. Su presencia en muchas ciudades no sólo es parte natural del paisaje, sino un elemento mismo del vivir, lo que se llama hinduismo. Y es que para un hindú los animales manifiestan atributos o cualidades divinas, volviéndose así portadores de felicidad y por tanto un recordatorio constante y viviente de lo divino. 

Ganesha o Ganapatí es el elefante, o el dios con cabeza de elefante. Según el mito hindú, es hijo de Shiva y Párvati, así que de él sólo se esperan cosas auspiciosas. Es invocado, por los hindúes, seguramente para afianzar la memoria, pues ¿acaso no se ha escuchado alguna vez la expresión “memoria de elefante”? 

Los bestiarios de la Edad Media, los mismos que tienen como antecedente las obras de Aristóteles, dan cuenta de esas cualidades sublimes de algunos animales. Reconociendo estas, con la mirada simpática que exige el vivir hindú, los hombres no sólo aprecian a los animales sino que entienden la unidad de la creación, lo que impide violentarla tan fácilmente. 

Se dice que el elefante es casto, dócil y que tiene buena memoria. ¿No son estas las cualidades que debe tener todo estudiante? El brahmachari, y todo estudiante que se precie de tal, debe ser casto en la etapa de sus estudios. Debe ser dócil con su maestro, pues la reverencia al gurú garantiza la recepción de la sabiduría. Y debe cultivar la memoria, sin la cual todo aprendizaje sería imposible. 

Dentro del shivaísmo, hay un nombre de Shiva que es Pashupatí, que significa precisamente “el señor de los animales”. La conexión de Dios con los animales, entonces, es algo dado por sentado para los hindúes y eso es lo primero para justificar su relación con ellos. 

En el mundo animal, como realidad tangible o representación, podemos encontrar las cualidades o atributos superiores, los que corresponden naturalmente a atributos divinos. Esta sutil percepción hindú es lo que alimenta su serena y pacífica relación con la naturaleza en general y con el mundo animal en particular. 

Por los hindúes, entonces, sabemos que Dios no sólo habita en los seres humanos sino en los animales.


21 de abril de 2018

Shankaracharya Jayanti 2018

Los hindués celebramos ayer el Adi Shankaracharya Jayanti, el cual se realiza en el mes de Vaishakh del calendario hindú. En un texto anterior hemos tratado sobre la vida de Adi Shankaracharya y su importantísima labor al establecer la vida monástica dentro del sanathana dharma.

En esta breve reseña sólo queremos mencionar el fundamento para el mantenimiento de la tradición hindú: nos referimos al linaje espiritual, el cual supone, que la transmisión del conocimiento se da de forma regular a través del tiempo, formando una cadena espiritual de maestros que se llama en sánscrito param param.

Los hindués reconocen la importancia de la presencia del gurú y quizá este aspecto es uno de los más peculiares de esta tradición, pues además sorprende a muchos que siendo el hinduismo la tradición más antigua mantenga hasta hoy varios linajes espirituales que se remontan hasta la antigüedad. 

El Guru Namaskar o saludo al maestro empieza así: Guru Brahma, Guru Vishnu, Guru Devo, Maheswara, pues como afirmó Ramana Maharshi el gurú es el atman mismo, por eso su sola presencia puede conmover y empujar a los buscadores hacia la realización espiritual.
 

Swami Swaroopanand Saraswati, Shankaracharya de Jyotirmath y Dwarca (Norte y Oeste de la India)
Swami Bharati Tirtha, Shankaracharya de Sringeri en el estado de Karnataka (Sur de la India)

Swami Nischalananda, Shankaracharya de Puri en el estado de Bubaneswar (Este de la India)