2 de mayo de 2018

Naturaleza Sagrada



En la India todavía persiste una tradición espiritual tremendamente ligada a la naturaleza. Los animales, los árboles, las piedras, tienen una presencia sutil, que hay que descubrir día a día. Como en el mundo andino, todo está vivo, así que la actitud correcta en la vida diaria de un hindú es sacralizar esa realidad viva. 

Los animales en la India parecen tener derecho de ciudadanía. Su presencia en muchas ciudades no sólo es parte natural del paisaje, sino un elemento mismo del vivir, lo que se llama hinduismo. Y es que para un hindú los animales manifiestan atributos o cualidades divinas, volviéndose así portadores de felicidad y por tanto un recordatorio constante y viviente de lo divino. 

Ganesha o Ganapatí es el elefante, o el dios con cabeza de elefante. Según el mito hindú, es hijo de Shiva y Párvati, así que de él sólo se esperan cosas auspiciosas. Es invocado, por los hindúes, seguramente para afianzar la memoria, pues ¿acaso no se ha escuchado alguna vez la expresión “memoria de elefante”? 

Los bestiarios de la Edad Media, los mismos que tienen como antecedente las obras de Aristóteles, dan cuenta de esas cualidades sublimes de algunos animales. Reconociendo estas, con la mirada simpática que exige el vivir hindú, los hombres no sólo aprecian a los animales sino que entienden la unidad de la creación, lo que impide violentarla tan fácilmente. 

Se dice que el elefante es casto, dócil y que tiene buena memoria. ¿No son estas las cualidades que debe tener todo estudiante? El brahmachari, y todo estudiante que se precie de tal, debe ser casto en la etapa de sus estudios. Debe ser dócil con su maestro, pues la reverencia al gurú garantiza la recepción de la sabiduría. Y debe cultivar la memoria, sin la cual todo aprendizaje sería imposible. 

Dentro del shivaísmo, hay un nombre de Shiva que es Pashupatí, que significa precisamente “el señor de los animales”. La conexión de Dios con los animales, entonces, es algo dado por sentado para los hindúes y eso es lo primero para justificar su relación con ellos. 

En el mundo animal, como realidad tangible o representación, podemos encontrar las cualidades o atributos superiores, los que corresponden naturalmente a atributos divinos. Esta sutil percepción hindú es lo que alimenta su serena y pacífica relación con la naturaleza en general y con el mundo animal en particular. 

Por los hindúes, entonces, sabemos que Dios no sólo habita en los seres humanos sino en los animales.


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